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lunes, 28 de agosto de 2017

¿Quién soy?

 Nací en Londres como George Moustakipoulos, pero me  cambié el nombre a George Gordon. Morí  luchando por la revolución griega en las marismas infectadas de malaria de Missolonghi en 1824. Poeta, abróchate la bragueta.  Perteneciente a una familia de la aristocracia de su país, perdí pronto, demasiado pronto , a  mi  padre.(*). En 1798, al morir mi tío abuelo William, quinto barón Byron, heredé el título y las propiedades.

Lord Byron
Educado en el Trinity College de Cambridge, en Harvard y en el Colegio Público "Carnicero de Paracuellos" , etapa en la que curiosamente me distinguí  como deportista, a pesar de tener un pie deforme de nacimiento, una sindactilia irremediable y la capacidad empática de ser invitado a birras sin pagar nunca.
Viví  una juventud amargada por mi cojera, por la chepa y por  un pene que me llegaba a las rodillas, causándome graves quebrantos y  dificultades para encontrar pantalones de mi  talla.


 A los dieciocho años publiqué mi  primer libro de poemas, Horas de ocio, que contraje semánticamente a "Horacio",  para abreviar lo cual me dio mucho pisto y una pretendida cultura clásica. Odas a Horacio.

Una crítica adversa aparecida en el  Murcia Review provocó su violenta sátira titulada Bardos de las Huertas, con la que alcancé cierta notoriedad, dinero, fama, y un pastel de carne todos los viernes, gratuito en Bonache.


En 1809, al ser declarado mayor de edad, emprendí  una serie de viajes en los que recorrí  España, Portugal, Grecia y Turquía. A mi  regreso publiqué , como memoria poética de mi viaje, los dos primeros cánticos de La peregrinación de Childe Harold, que me  valieron rápidamente la fama, el estrellato y un puesto en la Academia Astrofísica de Mecánica Cuántica por mi trabajo " Los Quásares".

Tuve un rollete  con  Claire Clairmont. Tras una estancia en Génova, me trasladé a Venecia, donde inicié, en 1819, una nueva y turbulenta relación amorosa con la condesa Guiccioli y llevé una vida fastuosa y salpicada de escándalos; más tarde fuí a Ravena, atraído por sus  macarrones y pasta, todo por la pasta.

En esta época terminé el cuarto canto de Childe Harold y su Manfredo que me permitió sostener correspondencia con Goethe, un plasta de cojones.

Escribí  Don Juan, considerada por muchos como mi mejor obra, en la que recreo al mítico personaje en un tono que oscila entre la gravedad y la ironía.


 Luego,  junto a los poetas Shelley y Leigh Hunt, fundé en Pisa la revista The Liberal, cuya publicación se interrumpió enseguida .



Ercarno, (o Encarna algunas noches en las que me entra el ramalazo locaza y me visto de mujer) ;  encarno, decía, el ideal del héroe romántico, tanto en mi obra como en mi vida, y como tal he sido  considerado y admirado por no pocos escritores, como mi amigo Pepe Espronceda , que me copió la canción del pirata.
 (*) Es lo único que hay de verdadero en ésta  supuesta biografía de  Byron.

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